martes, 30 de septiembre de 2008

Un viaje en la PKP es sinónimo de aventura

Como dijo mi compi Ruth, cada viaje en un tren polaco es una auténtica aventura.

El fin de semana pasado, tras cuatro días de vacaciones que me dieron en el curro, nos fuimos las intrépidas viajeras a Poznan y Torun.

Para empezar, comprar los billetes es ya una odisea. Los empleados de las taquillas no hablan inglés, primer punto, segundo, nos debió tocar una en prácticas porque no se aclaraba. Si a esto le sumamos que aquí los billetes te los venden por trayecto y día, nada de un tren específico con su horario y tu asiento, pues ya os imagináis.
Corriendo llegamos a la estacion el viernes por la tarde y pillamos uno de tantos trenes que tomaríamos ese finde.Cambio de tren en 5 min, veloces como un rayo llegamos al destino. Parecía que iba a salir bien, y eso que no dábamos un duro por ello. Pero como no, siempre falla algo, y ese día fue que en el segundo tren, que era regional, ibámos de pie, hacinados como si hacia un campo de concentración se tratara. No había asiento libre que durase más de un segundo vacío y el resto nos manteniamos como podíamos a lo largo del pasillo y las puertas. Además, para hacer más ameno el trayecto, un polaco le dio por reproducir su música techno del móvil a todo volumen. Sin comentar al señor algo borracho que pasaba al lado nuestro hablando tonterías en inglés.

Un tranvía qe hace de punto de información de la candidatura a la capitalidad europea de la cultura 2016.



La avanzadilla de Varsovia, es decir, Esther, había llegado horas antes así que había hecho un primer recorrido por la ciudad.Así que cuando el tren llegó a su destino final allí estaba ella para recibirnos.Torun, pequeña pero bonita localidad donde nació Copérnico. El tiempo acompañaba así que disfrutamos como unas enanas de la feria medieval, el paseo por el río,del té y la tarta de manzana en una acogedora cafetería,...



Copérnico en la plaza mayor (Rynek) de Torun



Sábado por la tarde, rumbo a Poznan. Lo reseñable de esa parte fue que la mujer nos había vendido cinco billetes en vez de los seis que le habíamos pedido. Menos mal que el revisor se portó y no nos cobró.

Una vez llegados a la segunda ciudad financiera de Polonia y sede de todas las ferias internacionales, fuimos al céntrico hostal a descansar. Como estábamos avisadas que no había mucho que ver, nos tomamos relajadamente la visita turística. Un garbeo por el Rynek (uno de lo más bonitos por ahora) de noche,y por la mañana vimos el resto de la ciudad. Parecía que no había ni un alma en la calle un domingo por la mañana, pero a mediodía los turistas salieron a ver los 12 topetazos de las cabras del reloj del Ayuntamiento. Ni que decir tiene, que por mucho que hagan, como el toque de trompeta de Cracovia no hay nada.



El grupo de viajeras en las ruinas medievales de Torun



Sólo quedaba el viaje de vuelta, el más movidito en cuanto a problemas de billetes se refiere.

Nos montamos en el tren ,que resultó ser un intercity (más rápido, mejor calidad y un poco más caro) pero nuestro billete no era para ese y no lo sabiamos. Llega el revisor e intenta explicarnoslo, menos mal que uno de los hombres que había en nuestro compartimento hablaba inglés y fue algo más facil resolver el lío. Al final, sopesando las opciones que había, pagamos de nuevo el billete integro y nos firmaron un papel para que nos devolvieran el 90% del importe del otro billete. Todo esto duró como poco media hora.



El ayuntamiento en la plaza mayor de Poznan



Bueno, finalmente conseguimos llegar a nuestra casa después de un gran finde lleno de aventuras férreas.¡Cómo molan estos viajes!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estoy totalmente de acuerdo, la PKP es una aventura en sí misma, que si los trenes llegan tarde, tienes compañeros de compartimento borrachos, te paras en medio de ningún lugar... ¿qué te voy a contar?